Nuestras constituciones
Las raíces: El proemio
Las Constituciones de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías
fueron escritas por san José de Calasanz en Narni entre septiembre de 1620 y febrero de 1621.
La quintaesencia de lo escolapio está contenida en el Proemio o introducción,
que sigue siendo parte inicial y principal de las Constituciones actuales de la Orden
y que aquí se transcribe completo:
1. Puesto que en la Iglesia de Dios
y conducidas por el Espíritu Santo, todas las órdenes religiosas
tienden a la perfección de la caridad como a su fin verdadero
por medio de variados institutos,
esto mismo se propone realizar
con todo empeño
nuestra congregación,
por medio del instituto ratificado
por el santísimo señor nuestro
Pablo V, de feliz memoria,
haciendo las veces de Cristo
en la tierra.
2. En cuyo diligente ejercicio,
afirman en unánime consenso
los Concilios generales,
los Santos Padres
y los filósofos de recta razón,
consiste la reforma
de la República Cristiana.
Pues si el niño es diligentemente imbuido desde los más tiernos años con la piedad y las letras,
es esperable, sin duda alguna,
un feliz curso de toda su vida.
3. De Dios Omnipotente,
que nos ha llamado como operarios
a esta mies fertilísima,
debemos esperar con humilde afecto los medios oportunos
con que nos haga idóneos cooperadores de la Verdad;
sin embargo, pues Él dispone
todas las cosas suavemente, juzgamos necesario,
instruidos por el ejemplo
de los santos,
amurallar este instituto
por medio de estas constituciones.
4.Y ya que nosotros profesamos
ser verdaderos pobres
de la Madre de Dios,
nunca despreciaremos
a los niños pobres,
sino que con mucha paciencia
y caridad cuidaremos
de enriquecerlos de toda virtud, especialmente diciendo el Señor:
“Lo que hicieron a uno de los más pequeños míos, a mí me lo hicieron”.
5. Será, pues, nuestro instituto enseñar a los niños
desde los primeros elementos,
el modo correcto de leer, de escribir, de hacer cálculos, la lengua latina
y principalmente la piedad
y la doctrina cristiana,
y esto, con la mayor aptitud
que su ejecución pueda demandar.
6. Y como lo que tratamos
es tan valioso que requiere ministros provistos con máxima caridad, paciencia y otras virtudes,
es de suma importancia considerar quiénes serán admitidos a prueba
en este instituto y quiénes
realmente disuadidos o no aceptados.
7. Pues si no se tiene suma diligencia
en la selección de los novicios
que se reciben en la congregación
y particular solicitud
en su educación, el instituto,
como cualquier otro,
por santo que sea,
fácilmente caerá en la relajación.