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Profesiones y ordenaciones

ordenación sacerdotal

En tu Ordenación Sacerdotal muchas palabras expresaron el misterio al que Dios te introdujo.

Resuena especialmente aquella frase que está presente en el ritual

en el momento en que recibiste las ofrendas del Altar:

“Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios.

Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras

y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor”

​

P. Gonzalo, ¡considera lo que realizas! Recordabas en tus palabras al P. Antonio que decía:

"No hay mayor obra que un hombre pueda hacer." 

Cada día harás presente a Cristo, configurándote para siempre puente que une el Cielo y la tierra.

¡Alter Christus! Serás para todos los hombres y especialmente para tus alumnos,

un auténtico padre que nutre con el verdadero Alimento.

Sanarás corazones heridos, aliviarás cargas y mostrarás con mayor claridad el rostro de Dios misericordioso.

 

P. Gonzalo ¡imita lo que conmemoras! Sé un santo sacerdote escolapio.

Únete a Cristo como a lo único necesario, amándole y agradándole sólo a Él.

Sé un sacerdote esencial: custodio de la más importante de todas las cosas.

Unido a la fuente para ser canal; a los pies del Maestro para imitar su servicio;

huésped de lo alto y abajado para dar luz.

 

“Conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor”.

Este llamado encuentra un eco profundo en tu nombre de religioso,

allí está tu cátedra, tu descanso, tu premio, el libro abierto donde está escondido el tesoro más grande.

 

P. Gonzalo de Jesús Crucificado damos gracias por tu vocación de sacerdote para siempre,

apóstol de Cristo para gloria de Dios y utilidad de los niños y jóvenes.

Profesión Solemne y Ordenación diaconal

Desde lo eterno Dios lo escogió. Y a Él se consagró por entero.

Tu "Sí", Hermano Gonzalo, desde el principio fue para siempre.

Mas aguardaste ansioso y anhelante el poder ratificarlo frente a Dios y en las Escuelas Pías.

 

Ya eres Escolapio para el cielo, para los niños y para siempre. En la pequeñez y sencillez supiste encontrar

la voluntad de Dios. En la belleza de lo ordinario, en la parsimonia de lo cotidiano. La entrega cotidiana

en el trabajo con los niños, es un testimonio elocuente del llamado que Dios te hizo. La perseverancia

y la paciencia de Calasanz se fue modelando en tu persona y el testimonio de amor al Crucificado

es un fiel ejemplo de lo que Calasanz nos ha enseñado.

 

Junto a este gran acontecimiento, llegó también tu Ordenación Diaconal.

La expresión de tu vida entregada ahora también en el altar como sacrificio diario imitando la Cruz.

Al verte tendido en el suelo has imitado el sueño del Señor has muerto al mundo para vivir solo con Dios.

Al encontrarte, sirviendo junto al altar, tu rostro fue imagen de la sencilla y humilde entrega que irradia

de aquel que sirve con alegría. Crucificado con Cristo para el servicio de los niños. Que tu testimonio, Diácono Gonzalo, sea llamado para muchos en esta mies de las Escuelas Pías y siembra para la vida eterna.

Fue un largo camino Padre Suresh, pero el Señor te preparó para una hermosa misión.

Tu corazón aprendió a contemplar la preciosa Sangre de Cristo,

por la cual el Señor nos hace participar en la vida divina mediante la gracia.

 

Caminaste con paciencia y caridad hacia el jardín de las Escuelas Pías que el Señor

te ha preparado. Cuando tuviste el impulso para tocar la puerta

de las Escuelas de Calasanz en Bangalore y cuando viajaste en tren

hacia las Escuelas Pías de Aroor para comenzar la formación inicial.

 

¡Qué inmensa la profundidad del misterio que custodiaba tu corazón y lo hizo ardiente!

 

Cada desafío del camino se hizo posibilidad para la intervención de Dios en tu vida.         

El testimonio de tu vida misionera escolapia muestra la eficacia de la gracia de Dios.

Tu generosidad es signo de esa gracia que reside en tu alma

y que se manifestó en tu decisión de entregarte en esta tierra de misión.

 

Padre Suresh, que tu vida sea el anuncio de esa generosidad

como respuesta de la gracia para la salvación de los niños y jóvenes.

Si te contáramos su vida, sacarías la conclusión de que era un joven llamado a las alturas.


Siempre más, siempre elevándose, siempre subiendo. La ermita de aquella montaña

de Los Cocos, el pueblo serrano de Córdoba que fue testigo de sus búsquedas

podrían afirmarlo: Siempre el trepar a lo más alto, llegar a la mayor de las alturas.


Y en este punto, la sorpresa: Porque la aventura escolapia es así: La mayor altura, la cumbre más elevada,

el sitio culminante no está en la subida sino en el abajamiento.


El Padre Joaquín ha subido a la cumbre más elevada a la que puede llegar un hombre:

Ser otro Cristo, ser sacerdote suyo. Y esta elevación, desde que recibió el orden sacerdotal,

no conocerá otro destino que el de abajarse para dar luz

a los niños como lo hizo Calasanz.
 

La vocación más grande, para el servicio de los pequeños. La sagrada realidad sacerdotal entreverada

en el ruido de las aulas y los patios de un Colegio.
 

Llamado a la elevación del sacerdocio, has emprendido la aventura más alta:

Abajarte a los pequeños.


Rezamos por tu sacerdocio en las Escuelas Pías, Padre Joaquín

Nadie hubiese sospechado que en aquel pequeño, nacido y crecido en Coronel Suárez,

el Señor sembró una semilla de bendición para muchos.


Y sin embargo, desde su niñez, un fuego ardía en el corazón de Andrés,

encendiéndolo en deseos de entrega total.


Con sabiduría, San josé de Calasanz enseña que “el Señor suavemente todo lo dispone”.

Con suavidad y firmeza él fue conduciendo el corazón de Andrés

hasta su ordenación presbiteral.

Andrés es ahora el Padre Andrés de Cristo, sacerdote escolapio.
Andrés de Cristo, escolapio de Cristo, sacerdote de Cristo…

​

La obra de Dios va progresando y el que por nombre religioso era “Andrés de Cristo”

hoy ha sido hecho por la gracia del sacramento ¡otro Cristo!


Padre Andrés, ¡danos a Cristo!
Padre andrés, ¡vive como Cristo!
Padre Andrés, ¡dinos palabras de Cristo!
Padre Andrés, ¡enséñanos a Cristo!
Padre Andrés, ¡condúcenos a Cristo!

​

Y como el Padre Andrés de Cristo, busca la semilla de eternidad que Dios sembró en ti

y deja que germine para la vida eterna.

Profesión simple

Muy cerca del altar en el que vuelve a hacerse presente el sacrificio de Cristo,

que se entregó por nuestra salvación, ellos ofrecieron sus corazones jóvenes

para desgastarlos sirviendo a Dios por la educación de los pequeños.
 

Los votos religiosos de castidad, pobreza y obediencia y el voto escolapio de enseñanza, configuró sus vidas con las de San José de Calasanz, heredando el título nobiliario de “Pobres de la Madre de Dios”.
 

¿Podrá tu corazón permanecer imperturbable ante esta caballerosa manera

de enfrentar la vida?

¿Negarás a tu sed de santidad la posibilidad de lanzarte, como ellos,

a la más alta aventura?
 

Lo que ves en estos jóvenes no es imposible para vos. 
 

Ser otro Cristo para los pequeños, ser Calasanz en la Iglesia.
 

¡Vamos! es hora de emprender el viaje.

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