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¡Corazones consagrados! respuestas para atesorar (II)

  • Foto del escritor: David Rennella
    David Rennella
  • 1h
  • 2 Min. de lectura

"Peregrinos de Esperanza"

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Compartimos el testimonio de dos jóvenes que este año han realizado su Profesión simple
en las Escuelas Pías. Con estas respuestas concretas, nos invitan a conocer su sí a Cristo.


¿Cuál fue una de las claves de discernimiento vocacional durante
el año de Noviciado?

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El año de Noviciado fue un tiempo de gracia donde pude vislumbrar algunas claridades que me ayudaron a dar el “si” en la Profesión de votos simples.


Una de ellas tuvo que ver con descubrir y reconocer que mucho de lo que yo era encontraba su realización, su cauce en la vida escolapia. Es decir, me di cuenta de que mis deseos más profundos, mis ideales, mis dones y talentos que el Señor me había concedido, mis ganas de seguirlo de cerca y entregarme solo a Él podía hacerse real en las Escuelas Pías.


Dios me había estado pensando desde siempre para ser escolapio aunque yo no tenía ni idea de esta obra suya. Por caminos misteriosos me había conducido hasta aquí y ahora podía decir, parafraseando a Calasanz: He encontrado en las Escuelas Pías el mejor modo de servir a Dios, haciendo el bien a los pequeños.


Hno. Franco de Jesús y María Sch.P.


¿Por qué di un “sí” al Señor en la vida religiosa?

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Porque pude «gustar y ver que bueno es el Señor». (cf. Sal. 34,8), y me di cuenta que es la única respuesta que puedo dar a Aquel que «me amó y se entregó por mí». (Gal. 2, 20).


Es aquí en las Escuelas Pías donde encontré el lugar para dar mi “sí” a Cristo. Un “sí” que para mí implicó muchos sacrificios, muchas lágrimas y largos tiempos delante del Señor preguntándole qué quería de mí. Reconozco que no fue fácil dar este sí a Dios, pero la alegría que experimenté el día de mi profesión es inigualable porque en ese momento fui consciente de la verdad más bella de toda mi vida: Soy todo de Dios.


Dije que sí a Dios porque me llamó y me eligió, y esto es signo de su amor hacia mí. Durante mucho tiempo esquivé al Señor y experimentar su paciencia conmigo, su delicadeza al conducirme a esta Orden es lo que me movió a darle mi vida pues nadie me amó y me ama como Él.


Por ello puedo hacer mías aquellas palabras de San Pablo: «Bendito sea Dios… pues desde antes de la fundación del mundo [me] escogió en Cristo para que sea santo e irreprochable en su presencia, por el amor.» (cf. Ef. 1, 3-4)



Hno. Juan Ignacio de Jesús Sch.P.



Demos gracias a Dios por estas profesiones simple de los votos religiosos
y pidamos que muchos más jóvenes, dejándolo todo, puedan dar su sí a Cristo.


 
 
 

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