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  • Foto del escritorP. Luis Maltauro

¿Me amas más que estos?

Él le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”.

Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.


Apacentar los corderos es la orden de Jesús a Pedro. Y es lo mismo que el Señor dice a cada joven cuando pregunta si lo ama. Pedro demostrará la calidad de su respuesta no en la solidez racional de un argumento bien armado, sino en el transcurso de su vida de fidelidad a la promesa hecha al Señor. y, la de Pedro, es la historia de cada cristiano.

Es necesario que toda persona que pretenda responder al amor de Jesús se plantee de qué modo VIVIRÁ su respuesta. Es que ésta no será un discurso, sino una vida.

Y una forma concreta de responder a esa pregunta de amor es la Vida Religiosa Escolapia. Y entonces, ¿quién es un sacerdote escolapio?


Es alguien que se sabe misteriosamente llamado por Dios y procura responderle en la escuela de San José de Calasanz. Como lo hizo este santo procura descubrir quién es y cómo es, dándose cuenta que su pequeñez es la puerta de entrada a las Escuelas Pías.

El escolapio sabe que esa pequeñez le abre la puerta para vivir la piedad. La piedad es la ternura propia de la relación de un hijo con su padre.

Y ser escolapio es entrar en la escuela de Calasanz para aprender a ser Hijo como Jesús.

Por eso el proyecto de vida del escolapio es vivir como Jesús, ser otro Jesús. Y lo consigue por puro regalo de Dios si aprende a vivir como hijo suyo, sabiendo que Él es un Padre tan bueno y amoroso.

Ser como Jesús es para el escolapio lo mismo que alcanzar la cumbre de la Perfecta Caridad. Y, para llegar a ella, el escolapio no encuentra una senda más rápida ni más eficaz que practicar fielmente las virtudes que se ha comprometido a vivir con la fuerza de los votos.



Porque los escolapios profesan los tres votos con los que unen su vida al estilo de vida de Jesús.




El escolapio pronuncia el voto de castidad porque sabe que sólo puede entregarse al Padre si su corazón no está dividido y, entonces, se lo entrega entero. Nada le diste a Dios si no le diste tu corazón entero, enseña Calasanz.

El escolapio pronuncia el voto de pobreza porque quiere asemejarse a Cristo que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.

El escolapio pronuncia el voto de obediencia porque descubre que no puede ser discípulo del Maestro Crucificado en la escuela de Calasanz si no vive la docilidad, dejándose guiar, aceptando la voluntad de Dios para su vida.

Y unido al de obediencia, el escolapio pronuncia el voto de enseñanza, del que hablaremos más adelante.


Estos votos que el escolapio vive al amparo y la protección de María, que es la primera discípula que nos guía con su luz en el seguimiento de Jesús y con la protección de Calasanz, nuestro Padre y Fundador, se despliegan en todos los órdenes de su vida.

Pero no los vive en soledad, el escolapio consagra su vida a Dios en una comunidad de discípulos, que como hijos se saben y sienten hermanos.


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